Hoy no me siento preparada para volar libre. Necesito a ese elefante rosa que me cede su trompa para ayudarme a bajar las escaleras. Te necesito. Joder, que palabras más fuertes. He leído en alguna parte (puede que en una de estas revistas de la sala de espera) que esa palabra tabú que no quiero pronunciar (empieza por a- y acaba por -mor) hace que podamos vivir sin algo pero escojamos no hacerlo. ¿Y si no te dejan escoger? ¿y si te obligan a una cosa u otra? Espere un segundo Don Erizo que estoy meditando una filosofada. ¿Por dónde iba...? Ah sí, la palabra tabú. Pues eso, que aquí donde me veis, en la sala de espera de este antro infernal, yo me he rendido. Los molinos gigantes me han aplastado y me toca aceptar la realidad. La palabra tabú corre más que yo (cosa que tampoco es muy difícil) y me ha alcanzado. Y por eso estoy aquí, a ver si me pinchan en el culo o me dan una pastilla de esas y se me cura esto. Mi turno.
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Nada, no tengo remedio, que me aguante como estoy que lo mío no tiene cura. Pues ale, tendré que aprender a vivir con ello.