13 de septiembre de 2012

Se ofrece recompensa

Muchas veces pienso que la gente debería dejarse de gilipolleces y empezar a sentir de verdad. No han sido pocas las ocasiones en las que a lo largo de mi vida me he encontrado gente que se acomoda a otra, que se amoldan y alguna vez incluso me he acomodado yo. Y luego por las noches me da por reflexionar si es eso lo que realmente deseo. No. Pienso que todos, y me incluyo obviamente como primera de la lista, deberíamos buscar a esa persona que no sólo saca la mejor parte de nosotros sino aquella que nos haga enloquecer, ésa por la que haríamos locuras que jamás imaginamos, con la que no pares de decir "jamás pensé que yo fuera a hacer esto", alguien por quien realmente lleguemos a estar locos de atar. Ese alguien que te puede demostrar que la vida puede llegar a ser algo más que el cómodo y monótono transcurso de los días.

Ahora, y sólo ahora, es cuando me doy cuenta que mi madre tenía razón.
Lo que tenga que ser, será.
La búsqueda, para los cazadores de tesoros.
Destino, tú mueves.

¿Dónde queda eso?

Se terminó esa época clara que deja paso a un abismo de tinieblas e incertidumbre, de caminos de tierra mojados por las lluvias otoñales que pronto arreciarán los corazones de aquellos que prefieren no guarecerse ante ciclones. Yo por mi parte, elijo el camino de piedras, que aunque resbaladizo y traicionero, me proporciona los guijarros que necesito para que, si se da el momento, pueda seguirlos a la inversa para volver a casa, al hogar. Aunque claro, para eso, mucho debe torcerse el camino. De momento, espero no tropezar con demasiados lobos disfrazados de corderos. Y a lo largo del camino me iré procurando bayas curativas y enanos que protejan mi suerte como he hecho hasta ahora. Claro que, hasta entonces, debo conformarme con volver a la habitación acolchada y decir adiós al jardín sin columpios. Empieza una nueva etapa. Un nuevo curso. Un nuevo encierro.

10 de septiembre de 2012

Cambios

He intentado mil veces cambiar. Siempre me digo que debería ser mejor persona para sentirme mejor conmigo misma, para hacer sentir mejor a los que me rodean. Pero entonces me acobardo y recuerdo que siendo yo misma, soy frágil, débil y delicada, que no tengo nada que aportar al mundo. He perdido toda la fortaleza. Sin embargo, durante unos instantes alguien me hizo creer que yo valía más, que era alguien importante en el mundo, que podía cambiar las cosas. Y hasta hoy, es el único que realmente me ha demostrado que puedo significar algo en el mundo de otra persona.

Luego está él, que es tema aparte, porque cuando estoy con él no necesito intentar ser mejor. Gracias por hacerme ser la mejor versión de mi misma.

7 de septiembre de 2012

Fragilidad en una botella

Es curioso, me digo siempre, el hecho de ver como ciertas cosas que te han acompañado a lo largo de todo un camino de estrecheces, recovecos, parajes oscuros y cielos soleados puede llegar a adquirir ese valor que ni los diamantes ni el oro ni la gasolina en tiempos de crisis pueden alcanzar. Y luego de repente, ese algo hace que el corazón deje de latir durante una milésima de segundo, que la respiración se entrecorte y un sudor frío sea el que se encargue de bañar tu espalda. Es una sensación como la que tienes cuando guardas un tesoro muy preciado en papel de burbujas para que no se rompa, y entonces llega alguien, lo desenvuelve y mira al suelo son una sonrisa satisfactoria que sabes bien lo que significa; claro que al fin y al cabo la culpa no es sólo ajena, llegan entonces los autorreproches: ojalá lo hubiera escondido mejor, debería haberlo envuelto más, no debería haber dejado entrar a esa persona... Ves como el mundo, tu mundo se acerca peligrosamente al suelo y te lanzas a rescatarlo. No soportarías ver como se jode, sí, no se rompe ni se estropea, sencillamente se jode; y sólo de pensarlo romperías a llorar hasta crear un océano de lágrimas. Por suerte para mi, la habitación está acolchada para evitar que los autolesivos nos hagamos daño. Y así me siento una semana después de que casi se rompa mi cerveza clara de importación de 21 años.
10 años juntas, un segundo más, y no podría volver a saborearla.



Note to self: not to let anyone in.