Los 22 de abril siempre son días melancólicos, llenos de canciones de ese grupo de rock en decadencia, rodeada de cervezas y ganchitos rancios. No esperaba volver por aquí a saludar, pero si lo hacía siempre he sabido que tendría que ser este día. Y con un pack de 12 cervezas bajo el brazo. Supuse que me tendrían vetada la entrada, pero al parecer necesitan un pastor que guíe a este rebaño de tarados, y quien mejor que una tarada que conoce el terreno como las uñas de los dedos (no como las palmas de las manos, porque no me gusta mirarme la línea de la vida, yo creo que mengua con cada cerveza)
Así que aquí estamos, de nuevo, dispuesta a limpiar el espejo y devolverle una mueca (las sonrisas en esta cueva se dejan en la puerta, gracias)
Recibiréis más noticias mía cuando firme mi contrato, aún estamos discutiendo términos sobre cuántas cervezas por hora extra son adecuadas.
Id preparando los cristales, que mucho nos vamos a cortar a partir de ahora.
Saludos desde el infierno de la mente.
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