7 de junio de 2013
Devolvedme a la tierra
Saqué un cepillo del armario y me puse a recordar. Mientras acariciaba los bordes un escalofrío me recorrió la espalda, como un preludio de lo inevitable. Las colocaba con cariño, como siempre había hecho, como esperaba que el que me siguiera habría de hacerlo. Las puse bajo los primeros rayos de sol de aquel frío mes de junio, y allí, junto a la ventana me puse a recordar. La nostalgia se apodera de mi cabeza muchas veces y pierdo la noción del tiempo. Seguían allí, esperando ser colocadas, en su lugar, las tomé con cuidado, las acaricié con ternura y las devolví al fondo del armario. Puede que al fin y al cabo, la libertad no fuera cosa de locos. Estamos condenados a esconder las alas y dejar de volar, dejar de soñar. O al menos, cambiar de sueños.
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