19 de junio de 2013
Nunca un adiós fue tan dulce
Y por fin se acabaron los encierros en esta institución. A partir de hoy soy una demente suelta, que vaga por el bosque en busca de las hadas de la fruta y los monstruos del río. Empieza un camino tortuoso, lento, enfangado y retorcido. Pero no hay cabida para el pesimismo, no ahora que al fin me han quitado la camisa de fuerza y puedo correr libre. Bueno, correr no, que ahora ya nadie me persigue. Ha sido un placer compartir con todos esos locos estos últimos años, pero es hora de decir adiós. Espero encontrar de nuevo mi madriguera repleta de cerveza y polvo acumulado. Os deseo que vuestro camino esté lleno de sorpresas. Y de duendes.
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