Por boca de alguien me llegó un dilema que me he planteado estos días. Dice así: si al nacer nos pusieran en un lado de la balanza todas las satisfacciones y alegrías y en el otro lado las decepciones y tristezas, éstas últimas pesarían muchísimo más que las primeras. Tal es así, que si nos lo mostraran la mayoría de nosotros elegiría no nacer.
Bien, yo planteo lo siguiente: ¿no es el camino duro el que nos forja el espíritu? ¿no son el esfuerzo y las decepciones de los días el sacrificio de satisfacciones futuras? A mi modo de ver, elijo vivir, con todas las consecuencias.
Incluso escondida el mi rincón, el mundo, mi mundo, a veces merece la pena.
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