17 de diciembre de 2012

Brindo por los pirómanos

Ante la perspectiva de que el mundo se termine dentro de 4 días me estoy dedicando a redecorar esta mohosa habitación que algunos ingenuos se empeñan en llamar vida. Todo un fin de semana invertido en armar cajas de madera en las que guardar preciados recuerdos, que aunque ligeros ocupan un gran espacio. El tiempo que me resta de esta ardua tarea lo emplearé en recolocar todo aquello que está estropeado y roto en un rincón, coger una cerilla y quemarlo sin miramientos, contemplar cómo las llamas consumen los recuerdos hechos añicos, las heridas de guerra, las falsas relaciones, las esperas, los desengaños, las conversaciones sin sentido, los sentimientos confusos, las ilusiones de ayer. Y es que al fin y al cabo, si los escépticos tienen razón y no se apaga la luz de esta tierra el 21 de Diciembre, yo aún sigo necesitando un propósito de fin y principio de año.

Y es éste.

Sacar todo lo malo para poder dar paso a la nuevo, que esperemos sea bueno.

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