Despertarte una mañana y sentir una opresión en el pecho, el tipo de fuerza que la felicidad ejerce sobre tu cuerpo. Desperezarte, bostezar, cerrar los ojos y girarte hacia el otro lado de la cama. Y esperar que él esté ahí, esperándote con una sonrisa y un abrazo de buenos días. Y que la opresión de repente desaparezca. Exacto, tu imaginación ha vuelto a jugarte una mala pasada. Nunca ha habido abrazos de buenos días, ni un 'despierta pequeña, ya es la hora'.
Eso que él odiaba y yo sigo diciendo.
Maybe someday.
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