2 de noviembre de 2011

Despierto y me cabreo.

De todas formas poco se puede hacer ya. Soy más orgullosa y tengo más fuerza de voluntad en sueños que en la realidad. No sé si será que mi subconsciente trata de decirme lo que está bien, lo correcto, lo que realmente quiero hacer, lo que debería hacer para que mi vida sea como debe ser. Pero entonces me despierto, y me vuelve a entrar la flaqueza, y mi voluntad se diluye en un vaso con vodka junto con mis ganas de llamarle y de decirle 'este fin de semana me tienes ahí, a tu lado' Pero entonces me acuerdo de las represalias que me caerían, de los golpes que sufriría, de los ¿y si es cosa mía? ¿y si lo estoy malinterpretando?, y del dinero que probablemente malgastaría. Es entonces cuando recuerdo que si las cosas van así es por algo, que tengo que andarme con pies de plomo otra vez. Es ahora cuando tengo que dejar que todo siga su camino, y cuando llegue el momento decidir si arriesgo o me pierdo en otro brazos.

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