4 de mayo de 2012
No queda nada
10 horas es lo que me separa de la vuelta al dulce y angosto hogar que tanto anhelo a ratos. Sí, he de ser sincera, es angustioso estar lejos de todo aquello que conoces, que te arropa, pero esa sensación de libertad, de aire puro, de falta de ataduras, es lo que siempre ha querido salir a la luz de mi pequeño ser. Es todo lo que soy, una loca desquiciada sin cuerdas ni cadenas que le permitan atarse a un punto fijo, a alguien fijo. Realmente, es algo que ni siquiera me gustaría ser. Echaré de menos las escapadas de fin de semana, el alcohol a altas y no tan altas horas de la noche, el probar cada día una nueva cerveza, descubrir una calle cada semana que te lleve a algún puesto peculiar. Les echaré de menos a todos ellos, a los que han hecho de este exilio un lugar agradable donde, a veces, no siempre, apetece quedarse.
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