Sigue siendo injusto. No me refiero al mundo, pues éste lo lleva siendo desde el principio de los tiempos. Yo esta vez quería llamar a declarar a tus palabras, las injustas, ésas que tiñen de colores alegres los días más oscuros y me invitan a creer en la absurda ilusión de poder tenerte más y más cerca. Hoy les toca subirse al estrado y confesar que me han estado engañando. Quiero oírlas admitir ante este jurado, que es mi sano juicio (el poco que queda) y mi escasa sensatez, que son escogidas con sumo cuidado, cómo quién arranca una rosa y presume de no querer pincharse (pobres ilusos, las espinas nunca desaparecerán) y que incurren en el delito de crear falsas ilusiones. Y después, querido juez, deseo que las encerréis de por vida, no me digáis donde, para que así yo no recaiga en la estupidez de socorrerlas, como tantas otras veces que he llegado a sumergirme en lo más profundo y arriesgar mi vida por volver a oír/verlas. Sólo espero que la sentencia sea a mi favor. O será mi perdición. Ahora toca esperar los resultado de mi jurado, que dicten de una vez. Tienen 18 días.
me llamas, me echas
luego te vas y me dejas.
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