Sólo los que sufren de esta locura son dignos de gritar a los cuatro vientos que saben lo que se siente. Ver sombras en las esquinas, oír tintineos en la oscuridad de la noche, contemplar las estrellas que aparecen cuando cierras los ojos, gritos que se esconden en botellas de alcohol y lágrimas que se guardan en un trozo de papel. Y nadie más parece comprenderlo. Y a mi las palabras se me quedan en la punta de los dedos porque no tengo fuerzas ni para escribir cuánto lo siento...
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