29 de septiembre de 2011

Mañanas fulminantes

¿Qué hora es? ¿Sólo? Venga hombre, yo me quedo en la cama. 
*Giras la cabeza, pero no hay nada, no hay nadie.*
Levantarse con el pie izquierdo y la mano derecha. Y esperar que a alguien hoy se le ocurra la brillante idea de darte un abrazo. Estúpido subconsciente.

28 de septiembre de 2011

One, two or more changes

Harta, cansada, aburrida, ahíta, empachada, hastiada de todo, de todos, pero sobre todo de mi. De mis absurdas manías, de mis tardes tiradas a la basura (en lugar de usarlas para llenar huecos de mi cerebro con nuevos conocimientos sobre la salud, y la enfermedad, claro), de mis sueños sin sentido, de mi imaginación desbordante, de mis "encoñamientos" de dos días, de mis "bah, pues parece que me gusta" a mis "pues ya no quiero saber nada de él", de mis profesores, de mis ganas de verle, de mi horario de tardes, de mis apuntes, de mis obsesiones, de mis días y de mis noches. Quiero salir de aquí, quiero irme, quiero cambiar de aire, no por lo contaminado que pueda estar el de mi ciudad, sino para saber qué se siente exactamente estando lejos de aquí, de todo y de todos. Me apetece tener tiempo, para todo y para nada. Probar cómo es eso de que nieve todos los días y tener que ir en bici a clase. Y subirme un día a una farola y poner mis iniciales en lo más alto, para bajar luego y gritarte que es mía, y sólo mía. Y darle un trago a la cerveza.

                                              Y tú, que ahí sigues, 
                                              encaramado a esa parra desde hace tanto...


Llega pronto Febrero

24 de septiembre de 2011

Una pista para avispados

En esta última época de mi vida (reduzcámosla a un par de meses mas o menos) me han repetido, no una ni dos, sino alguna vez más, que no sé lo que estar enamorada, que nunca he querido de verdad, que yo no sé qué es eso de estar loco por alguien y darlo todo para que sea feliz. ¿Y qué si es así? Soy egoísta, me han enseñado que sólo puedo confiar en mi, y por eso, yo voy siempre primero, mis prioridades, mis sueños, mis objetivos, incluso mis amigos van siempre primero que cualquiera. Y éste es sólo uno de mis numerosos defectos. Pero he de decir algo, a todos aquellos que dicen que han sacrificado mucho cuando estaban enamorados, a los que se han quedado en casa un sábado por hacerles felices, a los que renuncian a  sus sueños, a los que se aíslan en el mundo del otro, a todos ellos y a muchos más tengo que decirles: gracias. Gracias a vosotros sé cómo no quiero que sea el amor, porque yo lo que quiero es alguien que me quiera porque sí, alguien que no necesite que yo lo sacrifique todo por él y que él tampoco tenga que sacrificarlo todo por mi. Porque en realidad estar enamorado no es tan difícil como lo pintan, querer a alguien no es más que eso, quererle, no hace falta más si eso es sincero. Reflexionad, daos un minuto para pensar, y ya me contaréis quien tiene razón, porque para querer a alguien, primero hay que quererse a uno mismo, y éso, si que es lo difícil.

Y todo esto lo dice alguien que ha estado a punto de dar sus sueños por alguien...

De los golpes también se aprende.

20 de septiembre de 2011

El corazón se acelera, y da igual que le supliques que pare, no lo hará, es inevitable. Él sabe que pronto empezará el otoño, y que ese día, no será un buen día. 
Un sólo cambio para asimilar, y muchas cosas que reordenar en la vieja azotea.

17 de septiembre de 2011

St. Mathew

Se termina, el verano oficialmente está tocando a su fin. Esta celebración es la última de una época del año que se ha cargado de recuerdos, amigos nuevos, fiestas, ilusiones, decepciones, sorpresas, cumpleaños, alcohol. Y hoy, en realidad, no es más que otro día, que pasa por delante de nuestras narices sin que podamos hacer nada para frenarlo. ¡Eh! Te importaría ir más despacio, me mareo. Lo siento, es que el traqueteo de este tren me está matando, ya sabes, la resaca. Así que sólo me queda deciros que disfrutéis de esto, pues todo lo bueno se acaba (y gracias a Budha, lo malo también) Felices fiestas alcohólicos.

14 de septiembre de 2011

Respirar y reiniciar

Respiración. Meditación. Relajación. Esos son el tipo de deberes que te manda los doctores universitarios hoy en día. Si tienes problemas de sueño, cuenta ovejas. ¿Cómo demonios voy a contar ovejas? La última vez que lo hice apareció un lobo disfrazado de una de ellas y se comió a las 30 que habían saltado la valla. Y por eso me asusté tanto que no pude pegar ojo en toda la noche.

Ten cuidado tú también, en la vida real hay mucho lobo disfrazado de oveja.

13 de septiembre de 2011

Me duele.
Es imposible que te duela algo que ya no tienes.
Pues duele ¿sabes? Es como cuando a alguien le amputan un brazo o una pierna, miembro fantasma creo que se le llama. Ellos saben que no lo tienen, pero lo sienten, les pica, les molesta e incluso les duele. Bien, a mi me pasa lo mismo, él ya no está, pero aún duele. Ojalá inventen pronto una analgésico emocional.

Encierro otoñal

¡Maldita sea! Siento haber tardado tantos días en volver por aquí, pero lo han hecho de nuevo. Han vuelto a capturarme. Los hombres que me trajeron eran un poco más amables que los últimos. La gente no está del todo mal, mis compañeros me dan tema de conversación durante las largas tardes encerrados todos en estas 4 paredes mientras unos cuantos doctores se empeñan en llenar nuestro cerebro con lo que a ellos les interesa que nos interese. Pero al menos, me dan libertad, ligera claro. Se me permite dormir las mañanas, leer por las tardes y escribir por las noches. Mis tres grandes pasiones. Nos dicen que nos están ayudando a ser libres, ¿quién sabe? igual esta vez dicen la verdad. Así que te quería pedir un favor, tráeme mis cervezas y esos libros que tengo a medio acabar. ¿Aún no sabes dónde estoy? Estoy en la universidad, en ese lugar tan frío y lleno de cerebros. Pero saldré pronto, antes del comienzo del invierno, e intentaré volver a mi madriguera sucia y polvorienta. No pongas esa cara, no es este el sitio de dónde escapaba cuando te conocí. A ése aún no sé cuando volveré, aunque si te digo la verdad, espero que sea pronto, porque en el fondo, sí, huí, pero es como si nunca lo hubiera hecho. Los recuerdos me persiguen, y las pesadillas. Pero tranquila, ahora estoy bien. Tráeme cerveza y estaré bien. Mañana intentaré escribirte de nuevo. Manda saludos a mis bolas de polvo y mis cristales rotos con fotografías.

5 de septiembre de 2011

Deshaciendo mitos

Decía por ahí Stephen Stills que si no puedes estar con la persona a la que amas, debes amar a la persona con la que estás. ¿Un tanto cruel verdad? Cruel para esa persona con la que estás, a la que mientes y engañas de la forma más vil y despiadada, pues no se puede querer a alguien porque sí, eso es algo que sale solo. Luego también es cruel para ti, basas tu vida en un auto-engaño que hiere, que te hace forzarte a olvidar, cuando en realidad sabes que si la otra persona cruza la esquina y te mira, el mundo se acabará de nuevo. Y por último (si se tiene algo de suerte) será también cruel para la persona a la que amas, ¿y si por no haberlo intentado lo suficiente ambos os perdéis uno de esos romances épicos de película? No se conformen amigos, luchen mientras tengan armas, peleen mientras tengan por quien hacerlo, y no se rindan, simplemente dense un descanso.

Before and after

Eso es lo que ha sido. Un punto y aparte. Un párrafo más. Un capítulo menos. Y así paso las horas debatiéndome entre si conservarlo en la estantería de los habituales o guardarlo en el fondo del cajón, junto a esos libros que no quieres volver a leer, esos que te contaban de pequeña y te asustabas. Y es que algo así da miedo, y no, por una vez no me refiero a los monstruos. Ya sabes, todo ese miedo a perder, a no saber como reaccionar, a no ser suficiente, etece etece. Y entonces una tarde decides acabar con el libro, saber cómo es el final y pasar página. Lo acabas y de paso relees algunas de tus partes favoritas. Pero dejas unas páginas en blanco al final, puede que algún día escribas de verdad el final, pero no será hoy.
Ya está, se acabó escribir más historias de este libro por ahora.
Al menos ya no duele. Tanto.


Razones tenemos todos, pero yo, muchas más que vosotros.
                                                             Carlos Salem

2 de septiembre de 2011

No vengas solo

¿Te gusta? Bonito ¿verdad? Sólo tiene una pequeña pega, no va. Sí sí, como lo oyes. Le he cambiado la pila a este dichoso reloj mil y una veces, y sigue sin funcionar, siempre se para a la misma hora, mismo minuto, mismo segundo. Según A. Blake es debido a que los objetos tienen memoria, recuerdan a sus anteriores dueños. En el caso de los relojes es debido al pulso de cada persona que lo lleve. Pero hay algo curioso: este reloj siempre me ha pertenecido. No es una herencia, ni un regalo, ni lo encontré por la calle. Lo compré un día porque me gustó y punto.
¿Sabes que es lo más extraño? Reconozco la hora en la que se para, es la hora a la que me escapé de aquel lugar, la hora en la que me di cuenta de que todo había cambiado, la hora en la que supe cuánto significaba para mi, la hora en la que me volví loca por * infinita* vez en mi vida. Pero parece ser que el ritmo de mi corazón ha cambiado desde entonces. Y todo porque él ya no está...