2 de septiembre de 2011

No vengas solo

¿Te gusta? Bonito ¿verdad? Sólo tiene una pequeña pega, no va. Sí sí, como lo oyes. Le he cambiado la pila a este dichoso reloj mil y una veces, y sigue sin funcionar, siempre se para a la misma hora, mismo minuto, mismo segundo. Según A. Blake es debido a que los objetos tienen memoria, recuerdan a sus anteriores dueños. En el caso de los relojes es debido al pulso de cada persona que lo lleve. Pero hay algo curioso: este reloj siempre me ha pertenecido. No es una herencia, ni un regalo, ni lo encontré por la calle. Lo compré un día porque me gustó y punto.
¿Sabes que es lo más extraño? Reconozco la hora en la que se para, es la hora a la que me escapé de aquel lugar, la hora en la que me di cuenta de que todo había cambiado, la hora en la que supe cuánto significaba para mi, la hora en la que me volví loca por * infinita* vez en mi vida. Pero parece ser que el ritmo de mi corazón ha cambiado desde entonces. Y todo porque él ya no está...

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