Harta, cansada, aburrida, ahíta, empachada, hastiada de todo, de todos, pero sobre todo de mi. De mis absurdas manías, de mis tardes tiradas a la basura (en lugar de usarlas para llenar huecos de mi cerebro con nuevos conocimientos sobre la salud, y la enfermedad, claro), de mis sueños sin sentido, de mi imaginación desbordante, de mis "encoñamientos" de dos días, de mis "bah, pues parece que me gusta" a mis "pues ya no quiero saber nada de él", de mis profesores, de mis ganas de verle, de mi horario de tardes, de mis apuntes, de mis obsesiones, de mis días y de mis noches. Quiero salir de aquí, quiero irme, quiero cambiar de aire, no por lo contaminado que pueda estar el de mi ciudad, sino para saber qué se siente exactamente estando lejos de aquí, de todo y de todos. Me apetece tener tiempo, para todo y para nada. Probar cómo es eso de que nieve todos los días y tener que ir en bici a clase. Y subirme un día a una farola y poner mis iniciales en lo más alto, para bajar luego y gritarte que es mía, y sólo mía. Y darle un trago a la cerveza.
Y tú, que ahí sigues,
encaramado a esa parra desde hace tanto...
Llega pronto Febrero
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